Contraesquina
Murmullos de Ciudad
Víctor Hugo Núñez
ENTRAR
Obra
2019-2020
Biografía
Su formación artística comienza en 1960, con estudios de dibujo y croquis con Gracia Barrios, en la escuela de Bellas Artes de Santiago de Chile, en el turno vespertino. Muy poco después entre 1961 y 1963, estudia diseño y cerámica en la escuela de artes aplicadas. Paralelamente, en 1962 estudia canto en el Conservatorio Nacional de Música.
En 1964 ingresa a la escuela de Bellas Artes, a la especialidad de escultura impartida por Ricardo Mesa. donde estudia hasta 1970. En ese entonces Víctor Hugo es presidente del centro de alumnos y José Balmes, director. Simultáneamente es ayudante de catedra y posteriormente maestro titular de la cátedra de escultura, cuando la escuela está situada en el Parque Forestal.
En 1971 es invitado a formar la Casa de la Cultura del mineral de El Teniente y ese mismo año nombrado director de la misma.
En 1973 es seleccionado para representar a Chile en el Encuentro de Arte Latinoamericano en Cuba, con esculturas dedicadas a los niños. En ese momento lo sorprende el Golpe de Estado. En 1974 llega a México como asilado político.
Su trabajo escultórico ha permanecido por mucho tiempo en la sala permanente y los jardines del Museo de Arte Moderno de la ciudad de México.
En 1979 obtiene el Primer Premio de Adquisición en la Primera Trienal de Escultura del Salón Nacional de Artes Plásticas de México. En 1982, en la Segunda Trienal, consigue Mención Honorífica.
En 1985 se le otorga Mención Especial en el Salón de Espacios Alternativos del Instituto Nacional de Bellas Artes de México.
Aparece en la Enciclopedia de escultura mexicana del siglo XX, de Lila Kassner, como "extranjero que ha realizado y cubierto una gran parte de su hacer creativo en México" Ha sido considerado por algunos críticos -Raquel Tibol entre ellos- como "Lo mejor de la escultura expresionista latinoamericana".
En enero de 1996 gana una beca del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Morelos, México, para investigar la técnica prehispánica de producción escultórica de figuras de caña de maiz. Obtiene resultados muy por encima de los esperado y realiza una exposición en el Instituto de Cultura del Estado de Morelos. Por el éxito de la muestra se le renueva la beca para el año 1997.
En noviembre de 1999 participa en la exposición "Siete plásticos chilenos radicados en México" en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en la Casa Vallarta de la Universidad Autónoma de Guadalajara, Jalisco, México.
En diciembre de 1999 expone en la magna exposición organizada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, titulada "México eterno: arte y permanencia", eventos central del programa "Del Siglo XX al tercer milenio" en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México. Hasta el momento, es ésta la mayor muestra en la que ha participado, ya que reunió obras de artistas plásticos prehispánicos, de la época colonial y contemporáneos.
Semblanza Víctor Hugo Núñez
Mercedes IturbeDirectora del Palacio de Bellas Artes de México.
Un joven chileno, Víctor Hugo Núñez, cantaba durante las noches en las peñas de su país, para financiarse sus estudios de arte. Ese mismo joven identifica el grito de su propio nacimiento con el del croar de un sapo.
Se advierte a sí mismo como una criatura del mundo animal conectada a las tibias humedades de la tierra; el niño larva habita las superficies aterciopeladas de musgos intensamente verdes y empieza a descubrir su primer entorno hecho de cordillera, de nubes y de cielo.
Se adueña del canto para cantarle a la tierra con la visión de un niño eterno que no está dispuesta a separarse de la magia. Esa visión le permitirá vencer las adversidades que a su paso irá encontrando.
El niño se hace joven y el joven se hace escultor porque le genera placer modelar la materia y crear sus propias Evas para continuar su infatigable canto. De pronto el entorno se oscurece y surgen pesadillas que se hacen realidades, las ilusiones se ahogan, la vida se transforma en muerte y el canto en espantoso grito. El joven escultor no puede ni quiere contenerla rabia, los sentimientos se desbordan. La realidad es negra pero es suya, la enfrenta y la convierte en lucha sufriendo la impotencia de los soñadores. Para un sapo que desde su nacimiento ha cantado a la tierra la realidad le resulta inadmisible. En sus manos se paraliza la caricia suave con la que tocaba la materia para convertirse en filosa navaja que denuncia en cada uno de sus cortes. El escultor, ya adulto pero siempre niño, asume la batalla y el inevitable exilio.
Llega a nuestra tierra sin tocarla y pasa varios meses en territorio mexicano antes de iniciar el largo viaje. En la primera oportunidad se trepa en las ilusiones olvidadas que lo conducen al descubrimiento de un país que en corto tiempo hace suyo.
Muy probablemente su nahual le eligió, al momento de nacer, su destino mexicano. De a poquito empieza a probar la savia nacional, recorre los caminos del arte, del amor y del paisaje. Se asimila a lo nuestro y decide, sin saberlo, dedicar su vida a la amalgama de las dos culturas.
De la misma manera que acaricia la tierra para mezclarla con sus sueños, se inicia en la aventura de explorar el universo mexicano. La mirada triste de aquel momento se asombra con imágenes que le abren nuevos horizontes.
Se conecta con el arte popular y se adhiere a la naturaleza; algo empieza a transformarse en su interior. El dolor se matiza y en su visión sureña comienzan a tejerse las formas apenas descubiertas. El proceso es largo y también definitivo. Víctor Hugo Núñez decide abandonarse en nuestro suelo y permitir, sin resistencia alguna, que la nueva tierra lo seduzca y sea el conducto para recuperar aquel placer casi olvidado que permanece intacto en las entrañas.
El camino no es fácil pero su tenacidad vence los obstáculos. En el recorrido suceden muchas cosas, hay logros y fracasos que lo reafirman en su opción. Elige sitios en los que dialoga con la materia y el entorno y, a través de las caricias y el diálogo amoroso, los hace suyos, como si de una mujer amada se tratara. Ese es el caso de su taller en Cuernavaca, un lugar hecho todo con las manos. Lo imagina y procede de inmediato a realizarlo. Primero se ocupa del espacio vital en el que conviven los sonidos del viento, la humedad exuberante, un horno de pan cuya redondez evoca la presencia femenina, flores y pájaros que con el color y el movimiento acompañan sus pensamientos suspendidos en el tiempo.
Después viene el segundo momento de la creación; como los hombres primitivos dibuja sobre la tierra y la prepara para recibir en su seno a los personajes fantásticos que recogen sus sueños y su historia, ellos habrán de ir poblando el espacio ritual de su trabajo. La mazorca se desgrana y cada grano toma su lugar, las orquídeas se secan para adoptar la forma de un cuerpo femenino de senos turgentes o bien para conformar la figura de un guerrero jaguar con el miembro erecto. El hombre surgido de la pasta nunca estará solo, la acompaña la ondulada presencia femenina que endulza la existencia, pero también lo rodean fantasmas, huesos, insectos, vegetales, minerales, piedras y muchas fantasías.
Los mismos personajes le susurran al artista su deseo de saltar a las páginas de un libro y, solícito a los deseos de quienes ha creado, inicia el proceso que lo llevará a lograr la hazaña: publicar Códice Sur con el apoyo solidario de los amigos. Tener en las manos el hermoso libro provoca una deliciosa sensación de placer. De sus páginas se desprende un aroma de sensualidad, que incita a recorrer, con el tacto y con la mirada, su piel exterior, para después ir descubriendo sus rincones y sus trazos íntimos. Al igual que las esculturas en el taller, las imágenes son los pobladores vivos de sus páginas en forma de códice.
El escultor busca la reconciliación con el mundo a través de las prácticas rituales con las que adoptan y recrea la cultura mexicana. Se introduce en el papel como uno de sus personajes y dibuja máscaras de guerrero que sirven para ocultar la verdadera identidad o bien para exaltarla.
La raíz de la mazorca copula con la tierra acaracolada y se eleva para transmutarse en un astro luminoso en cuya herida femenina penetran estrellas y barcos. De su mitad se desprende, a manera de nacimiento, la fragilidad de una figura humana integrada al universo. La metamorfosis de seres vivos como espermatozoides, calamares y aves circunda la inmensidad de un vacío azulado. Platón en palabras de Sócrates dice que el sentido de la palabra Sofía es la sabiduría, es alcanzar el movimiento.
Víctor Hugo Núñez busca con insistencia el movimiento, posiblemente ese tránsito del Sur al Norte en el que arrastra entre las ruedas, raíces y recuerdos. La presencia de la rueda es recurrente en las obras del escultor, esto se confirma en las presencias que habitan las páginas del libro. El lazo de la pareja es siempre contundente, una página recibe a una mujer abrazada a un monstruo que puede representar, posiblemente el cosmos, él le ofrece una copa, mientras ella deja volar su inmensa cabellera con la que podrá poblar ese mundo imaginario.
El canto del artista ocupa el alma de los personajes. Propicia que la sabiduría ancestral de los artesanos, a los que tanto admira, se aloje en su mirada para dejarla correr hacia sus manos que se encargarán de dar imagen y semejanza a los seres de pasta arrancados de las leyendas sagradas de Mesoamérica.
En tantos ires y venires el escultor llenó el espacio de su taller, casi como la barca de Noé y ahora busca desembarcar tanto habitante en el centro mismo del Museo de Bellas Artes de Santiago. En su calidad de gran soñador, materializó con su imaginación y con sus manos la experiencia de la tierra que lo acogió y, quizá sin proponérselo, cobijó el afán de regresar un día para desplegar entre los suyos el abanico de sus encuentros. Para lograrlo decidió, entre otras cosas, realizar la exposición Del Iztaccíhuatl a la Cruz del Sur.
Víctor Hugo buscó una fórmula utópica para lograr su objetivo sureño y debemos felicitarlo. Hoy, más que nunca, hay que aplaudir a un artista que intenta abrirse camino con los sueños y ojalá seamos testigos de que tenía razón. Esto sería un indicador de aliento para la humanidad.
El niño, el soñador, el artista permanece tranquilo y se confiesa atento a los suspiros del Popocatépetl; a su actitud, el volcán no puede permanecer indiferente. La recompensa se le irá develando poco a poco.
Mientras tanto, como las presencias de las esculturas y del libro, se cubrirá con la piel del jaguar y, enlazado a una dama, blandirá la lanza con la que seguirá abriendo los caminos más inesperados.
Al atravesarlos con la osadía del sueño, Víctor Hugo Núñez seguirá descubriendo su Jardín de las Delicias.
Mercedes Iturbe
Un México lluvioso en octubre de 2002
Directora del Palacio de Bellas Artes de México.
Primer premio de adquisición
Primera trieanal de escultura
Homenaje al preso político desaparecido
Museo Nacional de Bellas Artes
Ciudad de México, 1979.
MÉXICO ETERNO
Arte y Permanencia
Esta muestra en celebración para el cambio de milenio, abarca desde la época prehispánica, colonial, hasta nuestros días. Incluye propuestas de jóvenes artistas que seguramente formarán parte de las figuras y arquetipos exitosos del próximo siglo.
Tlemoyotl 1999
Hierro, madera, basalto, arena volcánica y maíz rojo
235 x 160 x 120 cms aproximadamente
Colección particular.
En la obra Tlemoyotl (chispa, centella o chisporroteo, en náhuatl)Víctor Hugo propone un altar propiciatorio o fuente de poder, conjuga simbólicamente los reinos mineral y vegetal; el primero, está representado por una rueda de molino localizada en la cúspide coma la cual se apoya en el segundo, un tronco quemado, que se enclava en un sólido metálico promedio de hierros puntiagudos coma ligados por cueros de chivo, cuya base ostenta estacas de obsidiana, de reminiscencias prehispánicas, ornada con maíz rojo y negro, colores emblemáticos del Tonalamatl, que conducen a una escalinata, emparentada con la concepción piramidal prehispánica.
Nació en Santiago de Chile en 1943. realizó estudios en la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile, donde, posteriormente, fue catedrático. Reside en México desde 1974. En 1979 obtuvo el premio de adquisición en el Salón Nacional de Artes Plásticas, Sección Trienal de Escultura. Neofigurativo por la tendencia de su arte, aunque sin desdeñar la abstracción, sus piezas coma individuales o en conjunto, ostentan ilimitada imaginación formal y denotan en ocasiones contenidos sociopolíticos, así como un expresionismo inherente. Últimamente se ha entregado a la investigación acuciosa de la técnica de la escultura en pasta de caña de maíz, de origen purépecha precolombino.