DE LA CRUZ DEL SUR AL IZTACCÍHUATL

Víctor Hugo Núñez

Museo de la Ciudad de México, 1990


DE LA CRUZ DEL SUR AL IZTACCÍHUATL

Víctor Hugo Núñez

Museo de la Ciudad de México. 1990.

Después de mil avatares , regresa la exposición de escultura "De la Cruz del Sur al lztaccíhuatl" para hermanarse con el Museo de la Ciudad de México.
En 1990, a raíz de un shock emocional, Víctor Hugo Núñez deja de crear y quema casi la totalidad de su obra, cuestionándose y revaluando su postura artística. La obra que formó parte de la exposición "Del lztaccíhuatl a la Cruz del Sur" y que ahora vemos luminosa, es el resultado de aquel renacimiento estético en el que asumió con mayor fuerza su parte mexicana.
Víctor Hugo Núñez nos sedujo desde el principio. El encanto chileno se destilaba y por instantes adivinamos una suerte de figuras fantásticas que surgían de su entusiasmo. Ese entusiasmo que miran los que vienen de muy lejos y que nos enseñan a ver con otros ojos nuestra entrañable cultura.
Fiel intérprete de su asombro nos presentó su técnica escultórica: aplicaciones de oro en hoja, hechas con pasta de caña de azúcar, hierro forjado y madera encarnada en obsidiana, como un homenaje a los indígenas de América, a los guerreros muertos y a los artesanos populares.
Y así nació este proyecto no sólo como un espacio escultórico, sino como un diálogo entre mapuches y purépechas, trarilonkos y cristos de caña, y esta lectura espacial nos dio como resultado la feliz combinación de nuestros visitantes que dejaron su testimonio de gratitud.
Las formas escultóricas son litúrgicas, aquí la lluvia se incendia, la mano se desgarra en nubes de esperanza. Un hombre-muro, un hombre bajareque se convierte en la pasta de los dulces sueños, y nos va narrando el asombro de las coordenadas estelares del sur y de estas tierras mexicanas. Guerreros y diosas fabulosas, emblemas de nuestra cultura, atraviesan el tiempo y el espacio desde el vaho de los trópicos hasta los hielos eternos de la Patagonia. Y Quetzalcóatl es el gran sol ataviado de o loteras y entonces el espectador contempla y se hunde en las raíces.
La curaduría realizada por el artista se ex pone y no se arredra al descubrirse en los muros hablando en primera persona:"Armé involuntariamente mis propios íconos, entrelazando recuerdos y añoranzas de mi familia".Y en otro muro se lee " ... y acogí el juego, me contagió el desparpajo de los artesanos de estas tierras, su alegría en el hacer, su asombro ante la vida, su gesto de libertad al crear".
Las añoranzas permearon el libro de comentarios nutridos de agradecimientos y los visitantes salieron de las salas con el atrapanubes y la promesa de volver con ella en 100 años.
Ha sido para el Museo de la Ciudad de México un honor y un privilegio compartir "De la Cruz del Sur al lztawhuat l", con nuestro público, poética espacial que deseamos de corazón viaje por la misma suerte.


Gládyz RoblesDirectora Marina AzuelaCoordinadora de Programación